El comunismo
El comunismo
es un sistema teórico de organización social y un movimiento político. Basados
en la propiedad colectiva de los medios de producción. Como movimiento
político, el comunismo aspira a establecer una sociedad sin clases. El
comunismo es una fuerza política importante desde los inicios del siglo XX,
generalmente asociada con las ideas marxistas, aunque hay escuelas políticas no
marxistas que también se consideran comunistas.
Bases ideológicas
El comunismo
defiende la conquista del poder por el proletariado (clase trabajadora), la
abolición de la propiedad privada de los medios de producción, y por lo tanto
la desaparición de las clases como categorías económicas, lo cual, finalmente,
conllevaría a la extinción del Estado como herramienta de dominación de una
clase sobre otra.
Adoptó la
bandera roja con una hoz y un martillo cruzados (símbolo de la unión de la
clase obrera y el campesinado), y desde su origen tuvo carácter
internacionalista, aunque el Stalinismo recuperó el discurso nacionalista de la
"madre Rusia" durante la Segunda Guerra Mundial, a la que la
propaganda soviética siempre llamó "gran Guerra Patriótica".
El Manifiesto Comunista pdf
(pincha en el titulo para leer el manifiesto comunista)
Un fantasma
recorre Europa, el fantasma del comunismo —Karl Marx y Friedrich Engels,
"El manifiesto del partido comunista"
Así
comenzaban en 1848 Karl Marx y Friedrich Engels el Manifiesto Comunista. Este
documento sentó las bases de la teoría marxista o marxismo y aportó una
identidad y un ideario básico al comunismo.
La definición
de comunismo puede realizarse desde los enfoques ideológico-filosófico,
político, y económico, en lo que este aspecto afecta al desarrollo y la
evolución de las sociedades humanas.
Historia política de los partidos comunistas
La primera
revolución que seguía los postulados marxistas no se produjo en un país
central, sino en Rusia, en 1917.
El líder del
movimiento, Vladimir Ilich Lenin explicó esta imprevista (por Marx y Engels) resolución
de las contradicciones capitalistas señalando que el capitalismo había fallado
en su "eslabón más débil". En efecto, Rusia era un país de escaso
desarrollo industrial y predominante base campesina semifeudal.
La Revolución
Rusa llevó a cabo la supresión de la propiedad privada en la industria, creó
cooperativas agrarias de incorporación forzosa para los campesinos y avanzó
hacia la multiplicación de los medios de producción, en medio de una guerra
civil que duró cuatro años.
Uno de los
primeros objetivos de Lenin fue electrificar Rusia (Lenin dijo en una ocasión
que el comunismo era "soviets más electricidad"). Durante el gobierno
de Stalin, la industrialización se hizo a paso acelerado, dadas las
circunstancias internacionales. La II Guerra Mundial agudizó el proceso de
creación de industria pesada y de alimentos, al mismo tiempo que aumentó los
controles estatales.
Este período
se caracterizó por el avance hacia el socialismo a través de diversos planes
quinquenales y de una concentración de poder en manos del Comité Central, según
los partidarios de Stalin, necesaria por la Guerra.
Al terminar
la Segunda Guerra Mundial, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS), que agrupaba los antiguos dominios del zar, era una potencia mundial.
Con la muerte de Stalin, en 1953, sobrevino la crítica a sus métodos y al
denominado culto de la personalidad, tolerados y auspiciados desde el poder.
Esta etapa
fue conocida como la del deshielo.
En 1991, tras
un proceso de sucesivas reformas, y presionado por la Guerra Fría, el país se
inició en el sistema capitalista, y las repúblicas que integraban la URSS se
independizaron.
La
destrucción del Muro de Berlín que separaba la zona comunista de la zona
capitalista (herencia de la división territorial posterior a la Segunda Guerra
Mundial) fue el símbolo de esta caída.
La República
Popular China, que había realizado su revolución en 1949, siguió adelante el
proceso, en medio de crecientes contradicciones, hasta que comenzó a aceptar
formas económicas mixtas a fines del siglo, sin cambiar el sistema político de
partido único, y aún ejerciendo un fuerte control estatal.
A partir de
la Revolución Rusa, la denominación de comunista quedó restringida a los
partidos marxistas que se alinearon con la Unión Soviética. En cada lugar del
mundo tuvieron suertes diversas, pero pocas veces llegaron al poder.
Las
excepciones fueron los países de Europa del Este que estuvieron bajo el control
de los soviéticos durante más de 40 años después de la Segunda Guerra Mundial;
Corea del Norte, Vietnam y Cuba. En Chile, a comienzos de los 70, la UP (Unidad
Popular) llegó al gobierno, está era una alianza de partidos y movimientos de
izquierda, el partido comunista chileno lo componía dentro de otros junto al
partido socialista y el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitario).
Esta
experiencia fue frustrada por la durísima oposición de las fuerzas de centro y
derecha apoyadas por los Estados Unidos, que produjeron finalmente un
sangriento golpe de Estado en 1973 y la muerte del presidente socialista
Salvador Allende.
El movimiento
comunista internacional atravesó grandes crisis en el siglo XX. La primera de
ellas relacionada con el alejamiento de León Trotsky de la conducción de la
Unión Soviética. Trostky se exilió en México, donde supuestamente fue asesinado
por un agente de Stalin.
El ex
conductor del Ejército Rojo postulaba la revolución permanente. La segunda gran
crisis la provocó el enfrentamiento de la Unión Soviética y China en lo
referente a la política internacional.
Desde los
años del encumbramiento del fascismo en Europa, la Unión Soviética sostuvo una
política de unidad con las fuerzas democráticas de la burguesía para los
partidos comunistas que actuaban en el mundo capitalista y de coexistencia
pacífica con el imperialismo.
El Partido
Comunista de China tenía una política de confrontación directa con el
imperialismo, aunque apoyaba acuerdos con las burguesías nacionales
confrontadas con el mismo. Esta política provocó otro cisma en muchos partidos
comunistas. En los 70 del siglo XX el comunismo pro-chino viró hacia extrañas
alianzas según fuera la relación de cada gobierno con Pekín.
Después de la
Segunda Guerra Mundial, dos partidos comunistas europeos, el francés y el
italiano, crecieron hasta el punto de convertirse en fuerzas políticas clave en
sus respectivos países.
Dominaban
ampliamente el movimiento sindical, tenían una importante representación
parlamentaria y jugaban una compleja política de alianzas en el plano interno.
Fueron críticos, en muchos aspectos, de la Unión Soviética.
Esta posición
independiente convirtió a ambos partidos en núcleo del eurocomunismo, cuyo
sesgo distintivo era la confianza en alcanzar el poder en los países
capitalistas a través de las elecciones pluripartidistas. El eurocomunismo se
enfrentó en ocasiones a la Unión Soviética.
El Partido
Comunista de Francia no modificó, sin embargo, el método de conducción
centralista hacia lo interno. Menos rígido fue en ese sentido el Partido
Comunista de Italia.
Éste, además,
diseñó una política de compromiso histórico hacia la Democracia Cristiana
(centro) que significaba mucho más que eventuales alianzas tácticas.
El Partido
Comunista de España, menos poderoso, se sumó al eurocomunismo.
Después de la
caída de la Unión Soviética, los partidos comunistas sufrieron transformaciones
y divisiones en todo el mundo.
Algunas
fracciones adoptaron una política reformista, otras desarrollaron una táctica
de oposición a la globalización capitalista buscando estrechar sus lazos con
las masas marginadas por el llamado capitalismo consumista, y orientándose en
algunos casos hacia el comunismo libertario. Muchos simpatizantes del marxismo
en las décadas anteriores, apoyaron movimientos socialdemócratas en Europa y
América latina.
En Cuba, la
revolución de 1959 fue conducida por jóvenes revolucionarios que no pertenecían
al Partido Comunista.
Pero éste se
convirtió en fuerza hegemónica en la medida en que la economía del país se
hacía cada vez más dependiente de la Unión Soviética. Caída esta, Cuba
permaneció como un solitario baluarte del comunismo en América latina, aunque
aceptando la participación de capitales privados extranjeros en su débil
economía, centrada en el turismo.
Incluso en la
República Popular China se han desarrollado profundas transformaciones en torno
a una internacionalización y un modelo económico que distan mucho de los
principios políticos que promulgan.
Una mezcla de
comunismo en el discurso político teórico y capitalismo en la práctica en, cada
vez más, amplios sectores económicos.
Vietnam ha
iniciado reformas en el mismo sentido de China. Los otros países socialistas de
la actualidad son Laos y Corea del Norte.
Este último
se ha destacado por el rechazo de reformas liberalizadoras, y una defensa
férrea de la economía socialista, aunque últimamente está adoptando mecanismos
para permitir la entrada de capital extranjero.
Los
comunistas se diferencian de los demás partidos proletarios por el hecho de
que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios,
destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado,
independientes de la nacionalidad y, por la otra, porque en cada una de las
fases de desarrollo que recorre la lucha entre el proletariado y la burguesía,
defienden siempre los intereses del movimiento en su conjunto —Karl Marx y
Friedrich Engels, "El manifiesto del partido comunista"
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